martes, 27 de abril de 2010

Twitter, y la libertad de expresión.

Twitter y la libertad de expresión.

Seguir o no seguir. Esa es la cuestión.



Hoy me siento inspirado, para escribir un poco de algo que quizá a muchos interese. El seguimiento de personas en twitter.

Como dije en una entrada anterior, el fenómeno twitter ha desencadenado una ola de seguidores, y detractores, los cuales hablan como se dice, según les haya ido en el circo.

Por un lado, las personas que por soledad, o por exhibicionismo, buscan tener el mayor número de seguidores, con el ánimo de demostrar con ese pequeño numerito, su capacidad de convocatoria, su simpatía ante los demás, o en el caso de algunos hasta su atracción sexual.

Por otro lado, aquellos a quienes no les importa, quien los lea, ni cuantos, pero que en definitiva centran su atención en lo que quieren decir, y lo que quieren leer.

Cualquiera que sea el caso, siempre hay gustos para todos, y lo podemos comprobar fácilmente notando las diferencias que hay en la popularidad del contenido de algunos blogs, en donde se mencionan cosas sobre sexo, mientras que otros, difícilmente son leídos hasta por sus propios creadores.

No con esto demeritando, la existencia de cientos y cientos de lugares, donde existen gentes que comparten sus ideas, y que aportan su granito de arena, a nuestra sociedad con sus aportes y opiniones.

En el micro-bloging, sucede lo mismo.

Las personalidades de la gente que aporta en una red social como twitter, nos hace tener una rica variedad de contenido, el cual puede llegar a ser muy entretenido.

Tal y como dije en mi entrada en este blog, del 11 de Marzo, llamada: ¡a dónde están mis twitts?

La función original de una red social, así como la de cualquier invento, muchas veces, cuando logra permear en la sociedad, puede, la mayoría de las veces, ser sobrepasada por sus propias expectativas, y muchas veces, el uso que se le dé a determinada idea, puede llegar a ser muy diferente de la idea original de su creador.

En el caso de twitter, esto se prueba como una realidad irrefutable. Su crecimiento exponencial, no hace otra cosa que confirmar, que todos tenemos algo que decir, y que queremos decirlo para que se escuche en todos lados, sea lo que sea.

La eterna discusión, sobre hasta dónde, lo que tú mismo dices puede interesar a la gente, así como hasta dónde es ético o moral decir ciertas cosas, ha hecho que el contenido de este tipo de redes sociales, vaya haciéndose cada vez mas obvio, en cuanto a sus diferencias con otras redes sociales.

En mi experiencia personal, he descubierto que no es cuestión de saber o encontrar como controlar al monstruo de un millón de cabezas.

Eso es imposible, tan inútil y ridículo, como querer decirle a un escritor, cómo debe escribir su última novela.

Visualizo a twitter, como una gran e impresionante galería, donde todos tenemos la capacidad de exponer, lo que a nosotros nos interesa mostrar.

Si nos limitamos a querer tener todo este vasto universo siendo accesado desde una sola puerta, lo que tendremos, será un gigantesco cajón, saturado con miles de ideas, todas ellas diferentes las unas de las otras, mostrando eso sí, el todo que es uno mismo, pero reflejando una variedad de facetas personales, tan disímiles unas de otras, que para nuestros visitantes, podrían resultar no solo perturbadoras, sino totalmente incongruentes.

¿Cuál sería la solución?

En otra entrada comentaba yo que somos nosotros mismos quienes tenemos la llave, del grifo que regula el paso de la información en ambos sentidos.

Somos nosotros, quienes decidimos que tanta información, y de qué fuentes, podemos asimilar en cada determinado momento.

No es pidiendo a la estación de radio, que suspenda sus transmisiones, como podemos descansar del bombardeo incesante de información que nos llega a nuestros oídos.

Es prendiendo, apagando, cambiando la estación en el radio personal, como podemos controlar este recibo masivo de datos sonoros.

Bien, pues en twitter, sucede lo mismo.

Yo lo he logrado de dos maneras muy útiles para mí. Lo único que he hecho, ha sido crear tantas cuentas de twitter, como gustos, aficiones, o, contenidos quiera manejar y controlar.

Tengo una cuenta personal, en la que me gusta expresar todo lo que pienso, lo que siento, y donde entiendo que no soy un ser aislado, el cual sí necesita, y reconoce que puede e interactúa con personalidades de distintos ámbitos, y culturas diferentes.

Y sin embargo, tengo también otras cuentas, en las que solo me interesa leer, la vida de gente connotada, periódicos, grupos, etc.

Y por último, tengo una tercer cuenta, en la que mis pensamientos, reflexiones y esa alteridad que hay en uno mismo, se permite salir sin menoscabo de quien me lea. Para los curiosos, les diré, que es una cuenta en la que todos mis amigos, son gente de habla inglesa. Personas no solo con un idioma diferente, sino con una cultura similar en muchas cosas, pero radicalmente opuesta en otras.

Con estas tres clasificaciones, me puedo dar el lujo, de leer en todo momento, todo lo que me llega, y de expresarme al mismo tiempo, en una muy cercana sincronía, respecto a lo que a esos otros está sucediendo.

Creo por experiencia propia, que no sería bueno abrir mas puertas de las necesarias, aunque eso depende de la capacidad de enfoque de cada quien para diferenciar las cosas.

Algo que se puede , y debe evitar, es segmentar y discriminar a las gentes, por sus ideas, y maneras de expresarse.

No al menos, por medio de etiquetas en las que los separamos por sus creencias religiosas, o por el equipo de futbol al que le van, y mucho menos por sus tendencias políticas.

Vivimos en un planeta con una diversidad de pensamiento impresionante, y aunque podemos aislarnos para convivir solo con aquellos que comparten nuestras ideas, pienso que es mucho mas sano, dejar que todas estas corrientes de pensamiento traspasen nuestras propias fronteras, para así enriquecer nuestra propia mentalidad, y por qué no, irla adecuando a la nueva realidad que nos llega cada día.

Aquí, en este punto es donde surge la pregunta shakespeariana.

Seguir, o no seguir. Ésa es la cuestión.

Al interactuar con una variedad de personalidades tan ecléctica como nos permite la internacionalidad de twitter y la internet, es lógico que en cualquier momento nos topemos con personas que nos puedan representar una franca contraposición a nuestra manera de pensar, y con las que en algún momento, sentimos que las diferencias son irreconciliables.

Es en este punto, donde surge la duda, ¿qué tan irreconciliable es mi diferencia con esta persona?

¿ És acaso lo suficientemente grande, como para cortar el lazo que me une a ella?

O simplemente es un cansancio normal, derivado, de mi propia variedad de estados de ánimo.

Cualquiera que sea la respuesta, considerar en continuar siguiendo a alguien, no debería, bajo ninguna circunstancia, representar una debacle filosófica, para tomar la decisión final.

Me parece que todos podemos entender de manera consiente, que lo que somos, y lo que reflejamos, no puede ser atractivo y agradable el 100% de las veces. Por lo tanto, que nos deje de seguir alguien, no debería representar en nosotros ningún cambio, ni en nuestra manera de pensar, ni en nuestro estado anímico.

En contra parte, si dejamos de seguir a alguien, creo que deberíamos de evitar sentimientos negativos de rechazo a la hora de hacerlo, para así, reflejar una simpatía, que aunque en ese preciso instante, parece estar ausente, seguro que alguna vez existió, y así como salió sin pensarlo, un buen día puede bien regresar.

Creo que sería una buena práctica de etiqueta, o manual de buenas relaciones twitteras, que pudiéramos decir a esos amigos,”¿Sabes amigo? Hoy te dejo de seguir, por que lo que dices me resulta innecesario de leer. Pero un día volveré a leerte quizá.”

Creo que un simple comentario así, no le cierra la puerta a nadie, y sí beneficia a ambas partes, tanto para poder relacionar, el contexto en que suceden estas cosas, como para quien deja de seguir, pueda cerrar un círculo, sin sentimientos negativos, o encontrados.

Cuando recibimos gente en nuestra casa, los recibimos con una sonrisa, con gusto, con un gusto de saber que a alguien le interesamos.

Y cuando se retiran, agradecemos su visita, y les despedimos, pues entendemos que ellos tienen su propia casa, y por sanidad, cada uno en su casa está mejor.

Bien, pues en nuestra casa que es nuestra propia cuenta de twitter, es lo mismo.

Tenemos visitantes, que llegan y nos escuchan, nos platican, interactúan con nosotros.

Es una alegría pensar que a alguien le interesamos, y es un gusto y un honor, saber que de vez en cuando, al abrirles nuestras puertas, pasen, y nos saluden, nos digan aquí estoy yo.

Y mas de agradecer será, cuando, esa misma persona, nos diga:

“¿Sabes? A mí me encanta hablar de política, pero en tu casa solo cuentan chistes. Así que me retiro, pero deseo que tengas una buena tarde. “.

Eso lo agradeceríamos mucho más, por que como a una visita, le entenderíamos que sus propias maneras de pensar e interactuar, en ese momento lo alejan de nuestros intereses en común.

Y ciertamente, no nos sería agradable, tener un visitante, que encima de que es una visita, nos dijera como debemos de comportarnos, y como debemos ser, en nuestra propia casa, o cuenta de twitter para estos efectos.

En resumen, me parece que la próxima vez que alguien me siga, deberá poner en la balanza, que tanto le interesa seguir a alguien como yo, que lo mismo puede comentar una noticia, que reflejar su estado de ánimo en una frase, o bien socializar en una plataforma, que si bien no es la mejor para hacerlo, sí al menos por su novedad y sencillez, resulta muy atractiva y divertida.

Así mismo, espero que otros entiendan, que si no les sigo aún, quizá sea por que no se ha presentado la ocación de conocerlos. Pero una vez conocidos, si dejara de seguirlos, tienen, en un servidor, la posibilidad de dialogar, y conocer, cual es mi realidad, y que me motiva a leer, o dejar de leer lo que otros (aclaro que no todos) puedan decir, que me gusta, o no me gusta.

Por algo es que ese gran presidente mexicano, declaró tan sabias palabras:

“Entre las naciones, como entre los individuos, el respeto al derecho ajeno, es la paz.”

Don Benito Juárez.(1802-1876).



Por Alex Castillo.